domingo, 21 de marzo de 2010

Dos segundos.


Nos estamos volviendo locos. Todos.
¿Cómo puede ser posible que nunca nos paremos dos segundos a pensar? ¿Qué son dos segundos? No es nada. Vivimos en una sociedad de locos, rodeados por estrés a todas horas.
Salimos a la calle, y ¿qué vemos? Vemos a un gran ejército de locos hablando por el móvil, corriendo para no llegar tarde al trabajo, deseando que acabe ya el día para poder descansar. Tan sólo os pido dos segundos. Dos segundos para pensar en nosotros, por una vez, para decidir si ésa es realmente la vida que deseamos. Dos segundos para disfrutar. Dos segundos para ser nosotros mismos. Dos segundos en los que podamos
decidir todo, o nada. Podemos congelar el mundo, parar las agujas del reloj, podemos abandonar esta vida de locos, y empezar todo de cero. En el mismo lugar, siendo la misma persona, pero felices.


Sólo nos lo tenemos que proponer.

Sólo dos segundos, que no es nada, para cambiarlo todo.



S.

domingo, 28 de febrero de 2010

Son simples gotas de pintura, pero llenan mi lienzo de color.


Tenía la extraña sensación de no poder levantar de nuevo, pero a la vez, el reconfortante pensamiento de que, por lo menos, no volvería a caer. Era uno de esos momentos en los que se cree, que hasta lo posible resulta imposible, en los que la realidad nos miente, y nuestro futuro tiembla a cada paso que damos. Uno de esos momentos, en los que uno cree que ya no es nada, en los que la soledad difumina la poca pintura que queda en el frágil tubo, y que, en la paleta, otras veces tan llena de colores, ya sólo quedan enormes manchas negras.

Entonces, y cuando menos lo esperamos, nos damos cuenta de que, por muy vacío que el tubo se encuentre, siempre podemos hacer un esfuerzo por apretarlo, hasta lograr sacar unas gotas de pintura. Esas gotas, a primera vista insignificantes, son necesarias para hacernos sonreir, suficientes para hacernos vivir la vida más intensamente, aprovechando cada segundo, sacando lo mejor de nosotros mismos.
Gracias a esas gotas, esas mismas gotas que primero desprecié, comprendí que la vida no se aprecia por los grandes acontecimientos o experencias impresionantes que vivimos, sino por los más simples detalles, por esas gotas tan insignificantes que a veces dejamos de lado. También comprendí, que todos estos años me había estado escondiendo bajo una máscara, algo que no era yo, mintiendome a mí misma, y que es por culpa de ese prejuicio, del desprecio por lo pequeño, lo insignificante, como esas gotas de color, que no pude vivir disfrutando, ni disfrutar viviendo.
Son simples gotas de pintura, pero llenan mi lienzo de color.
S.

sábado, 27 de febrero de 2010

La tormenta perfecta.



A lo largo de nuestra vida, muchas serán las ciclogénesis que nos impidan salir de casa, seguir adelante, y otras muchas serán, además, explosivas. Sin embargo, tenemos que comprender que la vida es demasiado bonita como para no vivirla con el volumen a tope, hay que luchar por un futuro que nos pertenezca, y por un presente que nos haga sonreir. Superar esos obstáculos, ir a contracorriente, y no dejar que nos derrumbe el viento, nos hará sentir más fuertes, más personas. Buscando un simple equilibrio entre lo que está bien, y lo que está mal, entre los malos y buenos momentos, conseguiremos disfrutar de cada momento, cada sonrisa, cada mirada, cada aliento.


Porque, al fin y al cabo, la vida es una tormenta perfecta.

martes, 5 de enero de 2010

Veo lo que nos espera. Me encanta. (L)


Si, el 2009 fue un año muy especial, que ya forma parte de los muchos recuerdos que tenemos juntas, un año más de los muchos que hemos compartidos, lleno de millones y millones de segundos que hemos disfrutado como si fueran los últimos de nuestras vidas, y juntas, siempre juntas. El 2010 no parece decepcionar, de momento, a mí me gusta, y más que me va a gustar. Sé que va a ser igual o más especial que el anterior, sé que va a haber más risas, más fotos, más abrazos, más miradas... Sé que vamos a compartir más mañanas, más tardes, más noches. Por eso no me preocupo, es verdad que el 2009 fue increible, y sin duda se echará de menos. Pero estoy dispuesta a vivir el 2010, que al fin y al cabo es nuestro nuevo presente, y vivirlo con vosotras, de la mejor manera que conozco, sonriendo.
S.

Foto: primer día realmente juntas.

viernes, 1 de enero de 2010

Sé que va a ser especial, muy especial.









El 2009 ha sido un año que dificilmente olvidaré. Han pasado muchas cosas. Cosas que me han hecho madurar, ser un poco mejor persona, o a veces peor. Cosas que me han recordado quién soy, y qué camino quiero seguir. He vivido momentos junto a todos vosotros que no sabría describir. De hecho ya lo sabéis todo, todos. Sabéis lo mucho que os agradezco cada sonrisa que habéis dibujado en vuestro rostro día a día, cada gesto, cada palabra que habéis pronunciado junto a mi, os agradezco todo lo que habéis hecho por mi. Gracias a todos vosotros puedo decir que el 2009 ha sido un año increible, inolvidable, inexplicable, lleno de ilusiones y deseos cumplidos. Aunque otros sin cumplir. Pero gracias a vosotros, una sigue adelante, con una gran sonrisa, diciéndose que sin lugar a dudas el 2010 va a acojernos a todos con los brazos abiertos, que en él cumpliremos muchos deseos, y que los cumpliremos juntos.
Gracias, de verdad, por hacerme tan feliz en estos 365 días que ya son pasado, pero que para mí seguirán siendo presente durante mucho, mucho tiempo.
Feliz 2010 :)

martes, 8 de diciembre de 2009

Sonrisas




Personas especiales. Eso es lo más importante, estar rodeado de gente especial, esos que sabes que nunca te van a fallar, los que después de haberles dado la espalda te perdonarían con una sonrisa de oreja a oreja. Y, simplemente, todos aquellos que te hacen sonreir. Los buenos recuerdos son los que quedan grabados en tu memoria. Por eso, cuando revives los momentos felices con la gente que te quiere, esas personas tan especiales para ti, sólo recuerdas la felicidad, la emoción, la sencillez y la alegría, ya que realmente, al ser feliz junto a ellos, estás apartando todo un pasado de problemas e injusticias, volviendo a ser tú mismo una vez más.

En Navidad, cada año, me propongo ser feliz. Cada uno tiene su propia forma de ser feliz, y obtener tu propia receta de felicidad es dificil. Yo creo que soy feliz cuando veo sonrisas. Cuando todos los que me rodean, esa gente especial para mí, es feliz y lo demuestra, entonces yo también lo soy. No importa los problemas que tenga yo, ni lo mal que me encuentre. Las sonrisas me demuestran que no hace falta mucho para estar a gusto contigo mismo, que la cosa más sencilla puede resultar la más agradable.

Ver un ambiente inundado de sonrisas es tan contagioso como los bostezos. Todos nos habremos preguntado alguna vez por qué los bostezos se contagian tan rápidamente. Se multiplican a la velocidad de la luz, incluso en la oscuridad. Las sonrisas son parecidas. Nadie sabe a qué se debe, pero basta con que una persona dibuje una gran sonrisa en su rostro, para contagiar a miles de felicidad.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Lo llevo dentro...


Increible. 7 de Diciembre. Cielo despejado. Caminos secandose al sol. Nunca ha pasado algo como esto, algo va mal, pero a la vez tan bien... Me paseo con el teléfono por el jardin, pensando que quizás podría comer fuera hoy. No lo hago, por pura pereza, porque la mesa ya está puesta dentro de casa, que sino...


Y pensar que cuando eramos pequeñas lo único que deseabamos al llegar el invierno era que todos los parques se llenaran de nieve, que cerraran el colegio, para poder estrenar nuestros nuevos guantes de lana, ponernos la bufanda a rayas y jugar con nuestras amigas. Y entonces comenzaba la guerra. Una simple guerra de nieve. Nos encantaba tirarnos bolas, escondernos tras los árboles, y dibujar grandes sonrisas en las ventanas de los coches que habían tenido la mala suerte de pasar la noche en la calle y que la nieve acabara con su precioso color embarnizado. Tambien hacíamos ángeles con la nieve, moviendo nuestros brazos con agitación, para ver quién conseguía hacer el más grande y reluciente. Nos gustaba hacer muñecos de nieve, comenzábamos con una bola pequeña y tras hacerla rodar por el suelo unas cuantas veces con la ayuda de nuestros fragiles deditos, esa bola insignificante se convertía en cuerpo gracias a nuestra imaginación. Por si fuera poco, nuestra dulce inocencia nos hacía creer que el pobre muñeco de nieve pasaría frío por la noche, por lo que nunca se nos olvidaba regalarle con ilusión nuestra querida bufanda a rayas, mientras mamá miraba a lo lejos con aire de desesperación, pensando que tendría que ir a recogerla por la noche, para que no se la llevara el viento.

Pero lo más importante, es que la nieve nos hacía felices. Conseguía que aprendieramos a compartir, a convivir con los demás. Nos enseñaba a vivir alegres y a apreciar lo que realmente importa, la amistad, el amor, los pequeños detalles... Y sin darnos cuenta, todos tenemos el recuerdo de esa simple felicidad, simple pero perfecta. La Navidad es el momento de demostrar nuestro amor, reflexionar sobre la vida y comprender que nuestros problemas pueden resultar insignificantes, si aprendemos a realmente apreciar lo importante. Porque a veces, basta con un pequeño copo de nieve, para que todos recuperemos esa felicidad e inocencia.